lunes, 24 de octubre de 2011

Amigo...

Compañero inseparable con el que de la mano voy a todas partes, sintiendo su apoyo permanente, se ha hecho imprescindible, un amigo siempre dispuesto a prestar su ayuda en momentos difíciles que superar o cuando la inestabilidad hace su presencia. Siempre está ahí, mudo, rígido, firme en su cometido, pasando casi desapercibido. Rara es la vez que me separo de él pues ya voy necesitando siempre su compañía. Silencioso es testigo de mis esfuerzos por seguir el ritmo de los que me acompañan y nunca pide nada a cambio, es tal su fidelidad que si yo caigo, el cae acompañándome en la caída. Juguete de niños y mayores que sienten la curiosidad de conocer que se siente ir de su mano, pero siempre vuelve a mí sabiendo que soy yo quien más le necesita.
Habréis imaginado que hablo de mi "bastón", ese que en alguna ocasión traté de cambiarlo por otro mas aparente, con empuñadura de plata y que al final me salió rana, la plata manchaba la mano y mi bastón de siempre es limpio, firme, el otro, solo servia para dar imagen, mientras que este pasa sin hacerse apenas notar, cumpliendo su cometido con la seguridad que se le requiere.
Podría parecer que estoy haciendo una alegoría de la amistad y en el fondo así puede ser, mi amigo el bastón tiene mucho en común con los verdaderos amigos, ya no pienso en cambiarlo, quizá siga conmigo hasta que sus fuerzas o las mías ya no nos hagan necesarios el uno al otro. Hoy sigue aquí, a mi lado, esperando a que yo continúe mi camino para seguir conmigo la senda.