viernes, 13 de abril de 2012

La mar...(en femenino)

Hace muy pocos días pude disfrutar de un agradable paseo a la orilla de la mar, esa mar (en femenino, como si de una gran madre se tratara) que desde estas tierras castellanas se siente tan lejana y añorada. No se por que razón, si por que me crié a orillas del Cantábrico en largos veranos, o por que en mis venas corre sangre de viejos navegantes que hicieron el camino de Cuba en busca de ron y tabacos. Ya en alguna ocasión he comentado que el vigía del Juan Sebastián El Cano era un Fernández del Viso, según pude verificar en unos viejos escritos que me remitió un amigo estudioso de la las historias de aquellos arrojados navegantes. Uno evoca tiempos pasados en los que a diario nadaba en sus aguas, frías y bravas, pero siempre rememoradas en casi todos mis escritos, y es que el mar, La mar como la llaman los marinos es cuna de vida y energía que uno recibe cada vez que me encuentro paseando en sus orillas. Desde hace tiempo me observo que no siento cansancio caminando cerca del mar, que mi espíritu se anima y siento fluir por mis venas alegría y fuerzas que en otras ocasiones me faltaron. Uno no sabe nunca donde va a terminar sus días, pero muy adentro albergo la esperanza de que sea al lado de esas eternas aguas en movimiento que hoy me dan fuerzas para poder seguir mi camino.