sábado, 15 de marzo de 2014

Recuerdos de niño...bálsamo para un mayor...

Una fina lluvia llenaba los verdes prados, en los que en sus laderas pastaban vacas con la parsimonia de quien no siente el agua. El tiempo parecía haberse detenido por unos instantes mientras las nubes jugaban en el cielo formado extrañas figuras de tonos grises. A lo lejos se divisaban pequeñas casas colgadas en la montaña, tan lejanas, tan pequeñas que parecían pintadas sobre un fondo verde de árboles frondosos. Las risas de unos niños jugando a esconderse de la lluvia bajo unos árboles, rompía el silencio junto con el cadencioso sonido del agua cayendo desde un viejo canalón ya gastado por los años.
Hay imágenes que uno no olvida, una tierra que fue cuna de mis antepasados y muchos días en los que mi niñez se consumió con el paso del tiempo, recuerdos de una Asturias siempre amada, siempre añorada, en la que el olor de la hierba recién segada a golpe de guadaña se mezcla con las vivencias de los pocos años y la paz que se respiraba en aquellos lugares hoy tan lejanos.
La palabra no es capaz de describir tantos sentimientos guardados, a lo sumo un esbozo desdibujado de un instante vivido, colores, olores, imágenes de un pasado muy, muy lejano.
Dicen que el recuerdo es el cimiento de nuestras actuales vidas, quizá sea cierto, cada día que pasa, aquellas imágenes vuelven a mi vida llenas de añoranza de una niñez y una juventud perdida en el transcurso del tiempo, ese tiempo que implacable, inexorable avanza sin que nada pueda detenerlo.
Manzanas recién arrancadas del árbol, el olor de la sidra escanciada y la leña ardiendo en la chimenea, golondrinas haciendo sus nidos de barro en los aleros de los tejados, ese color verde de los prados, el olor a eucalipto de los montes, un cangrejo corriendo entre las rocas de la playa, olas rompiendo en la escollera, el sentimiento del pastor que bajo su paraguas entona una asturianada, entreteniendo sus largas horas cuidando del ganado, la leche recién ordeñada y guardada en aquellas grandes cantas de metal que al borde de la carretera esperaban ser recogidas por aquel pequeño camión que puntualmente pasaba a por ellas, el hórreo bajo el cual un viejo carro de madera servia en ocasiones a nuestros juegos de niños. ¡Tantos recuerdos y tan vivos!
Lejos en el espacio y el tiempo, cercanos en el alma siguen siendo motivo para que los reviva en este modesto blog, en el que todo cabe, humor, amor, nostalgia en ocasiones desahogo de pequeños cabreos que ante momentos como este pasan al olvido total frente a recuerdos del pasado guardados en el alma y que son bálsamo para el presente.