sábado, 11 de enero de 2014

Barreras...

Desde mi muy temprana niñez, tuve que enfrentarle a las barreas, primero físicas y con el tiempo al adquirir uso de razón, a las mentales y sociales.

Los convencionalismos, los clichés sobre lo que de uno se esperaba,dada mi limitación física, fueron barreras igual que aquellas escaleras que tanto me costó y cuesta ascender. Eran otras escaleras, invisibles, pero no menos reales y duras que las físicas.

Algunas solo eran producto de mi imaginación, otras fueron zancadillas de quienes me rodeaban y pensaron que nunca sería capaz de superar. ¡Se equivocaron ¡ solo me bastó, querer para hacer y conseguir.

Hubiera sido imposible moverme por el mundo, si hubiera dejado que el mundo se moviera por mí. La voluntad de hacer, fue mi motor, el viento que sopló en las velas de mi nave y logró llevarme allá donde el destino tenía preparado que mi barco fondeara.

Luche contra los elementos y vencí perezas, desánimos y escollos. Gane batallas y perdí otras que me enseñaron cual era la ruta que no debía seguir y en quien no debía confiar.

Hoy, cuando repaso el camino andado, descubro que los años han mermado mis fuerzas, pero no el espíritu del navegante. Aún conservo la energía que durante todo este tiempo ha logrado que siga superando Barreras, aunque estas sean cada vez más difíciles de superar físicamente.

Caminar, sintiendo una punzada a cada paso, el dolor y el cansancio, son solo una señal de que sigo vivo y aún tengo caminos por recorrer.

Ahora, retirado en gran parte de mis obligaciones laborales, miro desde la ensenada el ir y venir de otros marinos que navegan aquellos mares que yo recorrí, en peores circunstancias que ellos, envidio su agilidad y destreza fruto de una juventud que yo deje atrás y sin añorar el pasado, de vez en cuando aún puedo ayudarles a remendar sus redes.


Barreras, siempre habrá barreras que superar mientras un soplo de vida empuje mis velas.