jueves, 29 de enero de 2015

Telepizza...¿Digame?...

Hoy tocaba Pizza, como viene siendo habitual el día que mi mujer esta de guardia, cosa que no perdonan mis hijos, pero hoy estuvo a punto de salirme la vena gamberra de los 20 años y se me ocurrieron un montón de “putaditas” para hacer a Telepizza y que luego aborté pues uno ya no tiene años para estas cosas (aunque la verdad, me quedé con las ganas)...Os dejo algunas ideas...
1)Si usa un teléfono de tonos, presione al azar números mientras la pide. Pídale a la persona que está tomando su pedido que pare de hacer esos ruidos.
2)Invéntese un numero de tarjeta VISA. Pregúntele si la aceptan.
3)Justo antes de terminar la llamada y ordenar la pizza, diga: “Recuerde, nosotros nunca tuvimos esta conversación.”
4)Dígale que tiene en la otra línea a otra Pizza a domicilio rival, y que tú vas con el postor más bajo.
5)Déle solo su dirección, diga “¡Sorpréndame!” y cuelgue.
6)Responda a sus preguntas con preguntas.
7)Cántele el pedido con la melodía de su canción favorita de Metallica.
8)No nombre los ingredientes que desea… Mejor, deletréelos.
9)Salte la palabra pizza. Evite decirla a toda costa. Si él la dice, dígale: Por favor, no mencione esa palabra.
10)Pida una comida disponible en alguna otra parte.
11)Pregúntele qué ropa lleva puesta.
12)Diga: ¿Dígame?, y no hable en cinco segundos, entonces compórtese como si ellos fueran quienes le llamaron.
13) Dígale que está deprimido. Logre que el o ella le alegre su ánimo.
14)Ordene 52 rodajas de pepperoni tal y como se inventó en un dibujo fractal a consecuencia de una ecuación que le va a dictar. Pregunte si necesita papel.
15)Empiece su orden con un “Me gustaría…”. Un momento más tarde desé una bofetada y diga: “No, no me gustaría”
16)Trate de alquilar una pizza.
17)Pregunte si puede quedarse con el cartón de embalaje de la pizza. Cuando digan sí, suspire y déle las gracias afectuosamente.
18)Aléjese del micrófono y hable siempre bajito mientras pide. Cuando la llamada vaya a finalizar, péguese al micrófono y grite con todas sus fuerzas: “ADIOS”
19)Imite la voz de quien recoja la llamada.
20)Pida ver un menú.
21)Ronque en el medio del pedido, y diga; ¿Donde estaba yo? ¿Quién es?
22)Pregunte cual es su número del teléfono. Cuelgue, llámelo y pida.
23)Con voz de ebrio llame para quejarse acerca de servicio. Más tarde, llame para decir que estaba borracho y no quería decirlo.
24)Trate de hablar mientras está bebiendo algo.
25)Pregunte por mantenimiento de la pizza y reparación.
26)Cuando repitan su orden, diga un pequeño ingrediente más cada vez.
27)Si usa un teléfono de tonos, apriete 9-1-1 cada 5 segundos por todas partes durante la conversación.
28)Después de pedir diga: Deseo saber qué hace ESTE botón del teléfono. Simule un corte de llamada.
29)Diga; Shhhhhhssssssssssssssht!!!!!! bastante fuertemente en el teléfono. Pregunte: “ha oído eso?”
30)Pida una pizza de dos centímetros.
31) Ordene un Seguro de la vida del término del pedido.
32) Pregunte cuántos delfines se mataron para hacer esa pizza.
Y… no os doy mas ideas pues seguros que las poneis en practica…..

martes, 27 de enero de 2015

Con la sonrisa puesta

Dicen que levantarse con una sonrisa, ayuda a sobre llevar el día con mejor espíritu, quizá tengan razón. Por las mañanas cuando voy a afeitarme me pregunto ¿Cuando me hice yo esta foto de carné tan grande? Y acto seguido me digo ¡Que mayor estas tío!, pero aquí sigues dando guerra y dispuesto a comerte un nuevo día, luego salgo y me preparo un buen café cargado, de esos que ayudan a despertar hasta los muertos (toca madera) y me voy silbando a la calle en busca de mi coche y un nuevo dia. Para compartir esta sonrisa, cuelgo en el Facebook algo gracioso, que espero sirva a los que lo puedan ver como me ha servido a mi mirarme en el espejo esta mañana, pero a medida que van pasando las horas, la sonrisa mañanera va dejando paso a una cierta tristeza que aunque fácil de superar, siempre se hace patente ante esos dolores ya inevitables y la sensación de que cada día uno se maneja peor en eso de subir y bajar escaleras o caminar durante mucho rato. ¡Que se le va a hacer!, solo queda una solución improvisada, recordar alguna situación graciosa o ver la parte amable de la vida y de nuevo vuelve ese espíritu de la mañana y la sonrisa que uno pretende mantener a toda costa. Como nunca me gustaron las gentes mal encaradas, serias de nacimiento, viejos de ánimo, huyo de ser como ellos y me río de mi mismo cuando no soy capaz de reírme del mundo absurdo que a veces me rodea y es que una sonrisa es capaz de levantar esa moral que espero nunca decaiga.
¿Que a que viene esto?, pues viene al cuento de que a diario veo gentes quejándose por motivos nimios, mal encarados permanentes que van por la vida con amargura sin motivo aparente, con una salud de hierro y quizá una vida desahogada que uno quisiera para si, incapaces de sonreír, incapaces de ver la parte amable de la vida que por el hecho de ser vivida ya es motivo suficiente para ser feliz y esbozar esa sonrisa ¿no os parece?, ¿será que no se afeitan y no se miran al espejo?

viernes, 23 de enero de 2015

Aquel tren...

Hay quien se empeña en hacer de su vida un desastre y lo consigue... la verdad es que no es difícil, basta con hacer todo lo contrario de lo que la razón dicta y aplicar un poco de osadía, ignorancia, autosuficiencia y aderezarlo con hacer oídos sordos a quien pretende ayudar, no escuchando consejos ni indicaciones...
Roberto era, una de estas personas: Dejó sus estudios por cobardía ante los exámenes, buscó un trabajo para salir del apuro y comenzó a trabajar recolectando fresas, tuvo idea de casarse y lo hizo con una mujer mayor que él que a poco del matrimonio le dejó por su jefe, trabajando un día se clavó una espina y tras la infección contrajo un mal incurable que le tuvo postrado en cama durante mucho tiempo, terminando con los pocos ahorros que tenia, desoyendo consejos de los familiares y amigos, cambió de residencia alejándose de todo lo que le unía al pasado y fue a terminar en las calles de una gran ciudad arrastrando en un pequeño carrito todas sus pertenencias.
Cierto día tomó un tren, sin saber bien a donde dirigirse, la cuestión era escapar, sin saber de que, cuando en realidad lo que pretendía era escapar de él mismo...Quiso el destino que aquel Once de Marzo, su tren volara por los aires en una atentado terrorista, entre hierros retorcidos pudo salir casi indemne y sacar de aquel vagón a tres personas más que aún respiraban, arrastró a la primera hasta el terraplén y sin pensarlo dos veces volvió otras tantas a meterse entre el fuego y el humo trayendo consigo a otros dos desgraciados que estaban a punto de perder la vida...y la vida tomó un nuevo sentido para él, sin que nadie se apercibiera de su presencia, se alejó del fatídico convoy haciendo la firme promesa de enmendar su vida...hoy conduce una ambulancia, sigue ayudando a otros, ha retomado sus estudios, su ilusión...terminar algún día sus estudios de enfermería y seguir ayudando...A veces haciendo las cosas por y para  otros, las hacemos para uno mismo.