viernes, 2 de marzo de 2012

¡Es solo un sueño!...Dr. Freud...

Me hubiera gustado hablar un rato con el Sr. Sigmund Freud. Desde hace muchos años, se repite en mis noches un sueño, pero antes de entrar en él, he de deciros que curiosamente en mis ensoñaciones nocturnas, no cojeo, no necesito la compañía de mi inseparable bastón ni el aparato ortopédico, soy capaz de subirme a unos patines (Siempre envidié a mis hijos cuando los veía deslizarse sobre ellos), trepar ágilmente escaleras arriba, e incluso caminar sin sentir cansancio o dolor, Quizá, en este estado onírico (debo intentar soñarlo algún día) pueda correr en una maratón ¡y yo sin saberlo!…Pero volvamos al sueño, una y otra vez se repite en el mismo algo extraño, quizá mas extraño y fuera de lugar, que lo que os he relatado antes, ¡Puedo volar!...si, habéis leído bien, soy capaz de levantar el vuelo (aún mas que Teresa de Jesús la cual al parecer levitaba) solo con extender mis brazos a modo de alas y rozar las copas de los árboles cual halcón peregrino, hacer cabriolas entre cielo y suelo observando desde las alturas lo pequeñas que se ven las gentes que en tierra arrastran sus existencias.
Libre de ataduras siento el aire rozar mi cara y en esa levedad me siento capaz de todo, capaz de superar los golpes de la vida, lograr metas inalcanzables y cumplir otros sueños, que por serlo, sueños son.
No sé que significado tiene y mucho me temo que el Dr. Freud todo lo encaminaría a cuestiones sexuales, (como solía hacer siempre), equivocándose de medio a medio y terminaríamos discutiendo. Muchas veces he elucubrado sobre el sentido de esas ansias de volar que revelan mis sueños, (independientemente de mi gran afición y admiración por la aviación) de esa necesidad de sentirme sin ataduras y la única explicación posible y posiblemente la mas cercana, es que sin yo saberlo, en el estado consciente me puedo sentir limitado, atado, constreñido a una situación física a la que por regla general no doy importancia pues convivo con ella casi desde mi nacimiento. A veces, he bromeado diciendo que si algún día fuera a Fátima (por ejemplo) y en mi se produjera un milagro y llegara a caminar como todo el mundo, terminaría seguramente por sentirme extraño e incomodo, ya que nunca pude caminar bien y para mi seria algo chocante e inusual.
En fin, seguiré soñando sin tener certeza de a que hacen referencia mis sueños, tampoco importa mucho, pues los sueños, ya se sabe, sueños son y la realidad termina por imponerse cada mañana al despertar.