miércoles, 22 de febrero de 2012

Al terminar la jornada...

Sin darme cuenta el tiempo pasó, ese tiempo que se ha vuelto recurrente en mis últimos escritos y que parece tengo clavado en el alma como una saeta, que certera ha ido a dar en la diana. ¿Será que a pesar de negarlo me siento mayor?, pero ¡No!, hay cosas que me indican que sigo sintiéndome con ganas y fuerzas, que la indolencia del camino que llega a su final, aún no ha aparecido y las ansias por hacer, solo hay ocasiones en que se frustran pues físicamente si que puedo haber perdido las fuerzas de antaño. Pero aquí sigo, pegado 7 horas a la mesa de trabajo y con la agilidad mental y dactilar suficiente para tecleando en el ordenador, dar respuesta a cada asunto que se me presenta y dejar arreglados entuertos, errores o cuestiones que se me encomiendan.
Hoy ha sido un día saturado de llamadas y notas, correos y avisos, pues mis dos compañeros de la DC (canarios ambos) están de carnaval, como es lógico, pero también como viene siendo habitual, he terminado el día con el regusto de poder decir ¡lo hice!, no ha quedado nada pendiente aunque me duelan los dedos de tanto teclear (y encima me pongo ahora a contároslo en este blog, tecleando en mi portátil ¡No tengo solución!).
Como os decía el tiempo ha pasado y con él van quedando atrás mis miedos, mis aprensiones y día a día recupero la ilusión y confianza en que mi camino puede aún ser largo y lo puedo andar. Sin sentirme imprescindible (todos somos prescindibles) me siento necesario y como tal trato de cumplir mi cometido diario con el convencimiento de que va por buen camino a la vista de las llamadas que recibo de compañeros de otras provincias que acuden a mi como paño de lagrimas para que les de solución a ciertos asuntos que exceden de sus competencias. Gracias a ellos puedo sentirme útil y gracias a ellos acabo el día sintiéndome tan bien que aún me quedan fuerzas para agradecerles en este blog la confianza que en mi han depositado.

Hoy día 22 aniversario de la muerte de Antonio Machado no puedo sustraerme a terminar con uno de sus versos:

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.