sábado, 4 de febrero de 2012

Más allá...

Hablan de una luz al final de un túnel, de una paz jamás sentida y que han visto gentes al otro lado. Hay quien cree en la reencarnación y quien niega toda existencia posterior a esta vida. Es una mera cuestión de creer o no creer, de fe o de esperanza. Suponer que todo termina con nosotros, no tiene, al menos para mi, ningún sentido. ¿Para que tanta inteligencia desperdiciada, tanto amor y odio derrochados?, ¿tanta energía malgastada, tanto esfuerzo diario?. Me niego a creer que todo se acaba y que no hay un mas allá, sea en la forma que sea, algo deberá quedar de nosotros, una simple energía, un destello de aquello que fuimos y aquello que deseábamos ser.
Me niego a creer que no existe algo más allá, un lugar donde quizá no exista el dolor, donde desprovistos de nuestro imperfecto envoltorio, podamos conocer la verdadera paz, sin odios ni rencores, sin temor al mañana ni diferencias de raza, color o religión, donde las guerras solo sean el eco de una vida anterior y la enfermedad no tenga lugar.
Hoy estaban en mi recuerdo todos aquellos que en los últimos tiempos nos dejaron, algunos muy jóvenes, otros inesperados y todos dejando un espacio vació en esta vida que uno vive siempre de prestado. Quizá desde ese otro lugar que imagino lleno de luz, donde no hay dolor, ni frío, ni calor, ni vanaglorias mundanas, ellos también nos recuerden y quizá si no es mucho pedir, nos echen una mano en esta vida tan complicada.