lunes, 6 de febrero de 2012

Aquella corbata negra...

Aquella corbata negra, me acompañó durante todo el curso… por aquellos días tenia costumbre de acudir a las clases con chaqueta y corbata, era un habito que hacia tiempo había adquirido y me encontraba cómodo sintiendo algo alrededor del cuello, costumbre que mantuve durante toda mi vida profesional y que desterré en los últimos cuatro años liberándome de ella en favor de una mayor comodidad en una oficina cerrada en la que he pasado los mismos.
Pero volvamos a la corbata negra, confeccionada en punto, de pala ancha y nudo perfecto (siempre me gustaron la corbatas de punto), marcaba algo distinto de una moda, era bandera de dolor y muestra de un sentimiento de profunda pena por el fallecimiento de mi padre. Aquel cuarto curso de Derecho, fue una autentica revelación para mi, aprendí que con un mayor esfuerzo se consiguen mejores resultados, terminé el año con unas notas excelentes que dediqué a la memoria de mi difunto padre pensando en lo orgulloso que se hubiera sentido si aún viviera.
Tomé aquella corbata como signo de la presencia continua de su espíritu, compañía permanente, a la que pedía ayuda y fuerzas para lograr mis objetivos, hoy reposa en el fondo de un armario, entre otras ya desechadas por pasadas de moda, pero sigue teniendo un especial significado para mi. Os confieso que la he tomado entre mis manos y ahora la ayuda la he pedido para mis hijos a los que aún queda mucho camino en esta vida. Pocas cosas tengo ya que demostrar en esta vida, y si hay alguna verdaderamente importante y primordial, es el amor que profeso a mi familia y mi preocupación constante por su futuro. Por eso hoy mis plegarias fueron para ellos, ¿para quien si no iban a ser?...luego, guarde con esmero aquella vieja corbata negra que por un instante me trajo el recuerdo de mis días de estudiante universitario.