martes, 15 de mayo de 2012

Por favor ¡No molestar!...

No molestar...Ciertamente, el sentido de la educación y el respeto hacia los demás se puede basar en esa simple norma "no molestar". Si el que deja el coche en doble fila, pesara que molesta, el de la moto que pasa haciendo un ruido infernal, la vecina que riega sus plantas a horas indebidas, el bocazas que por las noches canta Asturias patria querida, el que te da codazos en la barra de un bar para hacerse sitio, en lugar de pedirlo por favor, la señora que se empeña en colarse en la cola de súper con el pretexto de que lleva menos cosas que tu, el que te toca la bocina en el paso de peatones cuando el semáforo apenas acaba de cambiar a verde, el que habla a voces por el móvil mientras viajas en un servicio publico, el que se cuela cuando abres una puerta para salir y entra como un elefante en una cacharrería. Quizá todo iría mejor, nadie se encontraría agredido constantemente y no necesitaríamos tomar tranquilizantes a cada paso.
La gente ha olvidado decir... por favor...en el mejor de los casos suele ser un gruñido ininteligible. Molestar por molestar es la tónica habitual, y si no fijaros...hacer como yo hice esta mañana, me asomé al balcón y observé durante un rato la calle, los nervios se me pusieron a flor de piel...mientras un coche hacia marcha atrás para aparcar, una señora saltaba de la acera justo detrás de coche para cruzar la calzada por donde no era paso de peatones, otro abría de golpe la puerta del coche cortando el paso a los peatones que pasaban por la acera, un tercero salía por dirección prohibida en bicicleta de una calle plantándose delante de un coche que frenó bruscamente, un cuarto se paraba en medio de la acera haciendo tertulia y no dejando pasar al resto de los viandantes... y así durante un largo cuarto de hora en el que sentí que nada funcionaba como debía, que todo el mundo estaba a molestar a todo el mundo y que nadie importaba a nadie. ¿Es solo apreciación mía o es así en realidad?, espero que alguien me diga que estoy equivocado y que solo son casualidades, por si acaso, no vuelvo a salir al balcón pues peligra mi integridad animica...