miércoles, 17 de octubre de 2012

Y volvieron a las calles...


Hoy les he visto pasar  portando sus pancartas reivindicativas, apiñados formando un grupo compacto en lo físico y en sus voces de protesta, jóvenes desilusionados, angustiados ante su incierto futuro y tremendamente reivindicativos como hacia años no les veía.
Me recordaron aquellos años setenta y tantos, en los que las asambleas en las facultades eran nuestro pan diario, y aquellas manifestaciones, prohibidas y represaliadas con las que se pretendía acallar el descontento general y la injusticia manifiesta de un régimen totalitario que no se por que, comienza a recordármelo algo el actual gobierno.
Hoy, iban escoltados por la policía, las formas eran distintas, (no había persecuciones, era escolta y apertura de camino para estos manifestantes)  las preocupaciones también son diferentes,  pero ahí estaban de nuevo, los estudiantes descontentos. Durante muchos años he sentido que la juventud estaba dormida, usando uno de sus términos, “pasota”, acomodada en un devenir que se prometía o le prometían brillante y que hoy se ha tornado triste, problemático y eventual, en el que solo queda ya la protesta ante el descontento general, sumándose a los funcionarios y los pacientes a los que se ha dejado sin centros de urgencias a los que acudir, a los jubilados, a los que se hace pagar ahora sus medicamentos o a los que por mala fortuna necesitan de la ayuda física de otro para poder sobrevivir y se les retira la ayuda económica necesaria.
Protestan y se manifiestan sabiendo que muchos de ellos ya no podrán seguir sus carreras por motivos económicos, defraudados, solo les queda el derecho al pataleo sabiendo que son el futuro, un futuro que hoy se trunca y nos deja ver de nuevo que quienes nos gobiernan ( sean del color e ideología que sean), no son capaces de ilusionar, incentivar, estimular y seducir a esta sabia que hoy se estanca, para lograr un país prospero, en el que la sabiduría y conocimientos adquiridos en la universidad no terminen germinado en otros países en beneficio de quienes quizá hoy nos aprietan e impiden nuestro desarrollo.
Me he sentido identificado con ellos, un nudo en la garganta, me ha impedido unirme a sus voces de protesta, pues yo también tengo un hijo labrándose un futuro en esa Universidad hoy casi inaccesible. Se que conoce las dificultades con las que se va a encontrar, pero también siento su ilusión por lograr un hueco donde demostrar su valía.
Hoy habria gritado con ellos, me habria manifestado a su lado, si no fuera por que a mis 60 años desentonaría con aquel numeroso grupo de veiteañeros que hoy volvieron a salir a la calle, tras años de silencio.