jueves, 29 de marzo de 2012

Poner una sonrisa en cara ajena...

Crear, dejar constancia de mis sentimientos y vivencias, compartirlos con amigos, llegar a la conclusión de que no hay nada nuevo bajo el sol, en cada renglón que redacto y releo antes de publicarlo. Son ya siete los años que llevo escribiendo entre este blog y el extinto (.es) que me dejo colgado. Siete años de mi vida en los que ha pasado de todo y he ido dejando a mi manera constancia de cuantos momentos divertidos unos y preocupantes otros, me han hecho sentir, padecer, disfrutar, estremecerme o alegrarme con cuantos relámpagos han marcado alguna huella en mi camino.
Muchos han sido los lectores a tenor de lo que indica la estadística de visitas del blog y muchos los que han dejado su comentario. Nunca tuve que borrar o censurar ninguno, pues el respeto con que se ha entrado en esta vuestra casa ha sido digno de encomio. Día a día me llegan noticias de que este espacio es seguido con cariño e interés por todos cuantos tienen conocimiento del mismo. Mi agradecimiento a todos. Uno no pretende otra cosa que ejercitarse en el arte de la escritura en el que soy un entusiasta principiante, volcando mis vivencias e inquietudes, siempre con el fin personal, de desahogar malos momentos o compartir emociones que de otra manera quedarían en el olvido del silencio.
Hoy alguien me decía, “pones una sonrisa cada tarde en mi cara y terminas por que mis preocupaciones parezcan nada a través de tu mirada, esa mirada que he aprendido a usar leyéndote una y otra vez cada día”.
No hay mayor honor y satisfacción que haber sido la causa de esa sonrisa, que me anima a seguir contando cada día un destello de mí existir, fogonazos de una batalla diaria o chispazos de una traca que algún día tendrá su final.