martes, 3 de abril de 2012

Colegas...

Pasan los días…una nueva luz de primavera ilumina las horas que placidamente entre quehaceres diarios se van consumiendo sin temores nuevos a nuevos dolores y a malestares que uno achaca al cambio de tiempo. No llueve, no hace frió ni calor y en este estar, transcurren momentos en los que me paro a recordar frente a antiguas fotos, momentos del pasado que son cimiento del presente. Hoy encontré unas viejas fotos de una de aquellas reuniones de trabajo en La Toxa, No echo de menos aquellas horas en las que revisábamos cifras y objetivos y en las que siempre y todos tratábamos de justificar aquello que no andaba bien y ensalzábamos nuestros logros, si añoro las horas libres compartidas con los compañeros, en los que afianzábamos unos lazos de amistad que aún  perduran y otros que a pesar de la lejanía se mantienen a través de contactos por el Facebook o el correo electrónico.
Tengo la costumbre de verificar todos los días en mi agenda las onomásticas de mis antiguos compañeros, procuro no fallar en mis felicitaciones y dejarles constancia de que el tiempo y la distancia no han disminuido para nada mi afecto y recuerdo.
Han sido muchas las horas de trabajo y muchos los momentos de descanso en los que terminábamos haciéndonos alguna confidencia o comentando incidencias y rumores que nos llegaban. Y en este pasar del tiempo se va acercando el momento de ir digeriendo un futuro cambio no muy lejano en el que una nueva forma de trabajar y compartir horas puede trastocar algo mi ritmo de trabajo. Una prejubilación por sustitución en la que se reducen sustancialmente las horas de trabajo y un aumento de las horas libres, puede ser una manera de ir frenando actividad sin perderla del todo y sin perder el contacto con estos compañeros. Han sido parte importante en mi  ruta laboral, de ellos aprendí cada día y quizá sus enseñanzas, sin ellos saberlo, me han servido para casi completar un largo recorrido profesional, que ha llenado mis últimos años. Siempre dije que había algo que aprender y que el día en el que no se descubre algo nuevo, es un día perdido. Hoy a la luz de un flexo, hojeo aquellas fotos, con cierta nostalgia y a la vez con el orgullo de haber compartido parte de mi vida con ellos, guardando la esperanza de que también ellos me recuerden con el mismo afecto que yo siento por estos “colegas”.