jueves, 16 de abril de 2020

Gracias por tu lucha...

Eran las seis de la mañana, sigilosamente tratando de no alterar lo que suponía era mi sueño reparador, se levantó como viene haciendo últimamente, y tras buscar a tientas su paquete de tabaco, fue a la cocina a preparar un café.

Acurrucado entre mis sabanas, escuche como se preparaba para salir a su combate diario, con dos preocupaciones en su cabeza, una el CORONAVIRUS y otra mi salud.

Apenas la veo sonreír, mis ocurrencias, como mucho, dulcifican por un instante su expresión y solo por la noche, cuando hacemos videoconferencia con mis hijos, su cara se ilumina viendo a su nieto en la lejanía.

Lucha sin descanso desde su posición de médico y responsable del Centro de Salud en el que lleva 37 años ejerciendo su profesión y pasión, que no ha abandonado pues al llegar la hora de su jubilación, pidió el reenganche para seguir en la brecha, sin saber todo lo que este 2020 ha traído.

Por las tardes, con el portátil en su regazo, repasa los cientos de correos que le mandan desde la Gerencia de Salud, los informes de cómo va la pandemia, instrucciones y ordenes tratando de contener a ese enemigo invisible que nos tiene a todos confinados.

Se traga las lágrimas, que yo no soy capaz de contener y oculto a su mirada, por no entristecerla aún más.

Sé que otra de las espinas que tiene clavada, es no poder ir a ver a su anciana madre de 93 años que no entiende de pandemias y piensa que su hija se ha desentendido de ella, según nos manifiesta la persona que la cuida a diario. Solamente un día ha podido acercarse hasta su casa, y en el descansillo, manteniendo la distancia, ha podido verla a la puerta de su casa tirándole besos con las manos.

Y luego habrá quien se queje por no poder salir de casa, quien con recelo se retire de ella pensando que puede ser fuente de contagio sin pensar que cada día se juega la vida por mantener la salud de desconocidos que nunca valoraran su sacrificio.

Ayer me decía que la Guardia Civil, que la reconoció en carretera, al verla se cuadro saludándola y abriéndola paso, que sintió el cariño de otros que comparten su riesgo y dedicación.

Hoy, me vais a permitir este desahogo y reconocimiento a todos los que combaten por nuestro bienestar, entre todos venceremos la pandemia, nunca la unión hizo tanta fuerza