jueves, 11 de abril de 2013

De P...M...


Hay ocasiones en las que uno se sorprende ante una pregunta, que quizá también haya hecho yo en alguna ocasión. A mes y medio de mi jubilación parcial hay quien sigue preguntándome: ¿ Cómo lo llevas? Y uno tiene la sensación de que dicha pregunta se hace pensando por parte del interlocutor, que el hecho de jubilarse puede suponer algún trauma ante el parón de la actividad laboral.
Mi respuesta es siempre la misma y he de confesar que me sale del alma ¡ De P...M...!.
Ya puedo dedicar mi tiempo a las cosas que me gustan, al descanso sin tener que estar pendiente de un despertador y a olvidarme un poco de responsabilidades que han ido llenando durante treinta y tantos años mi vida.
Ahora, el desayuno de la mañana ha, pasado de un mero café tomado a toda prisa, a un gran café con tostadas que preparo con toda tranquilidad y saboreo sin la premura y apremio de tener que tener que ir a fichar.
Puedo hacer algunas labores en casa (aún no me atrevo a planchar una corbata y freír un huevo...¡No sé sí este es el orden!, pero todo se andará...).Me siento feliz pudiendo ayudar en esas pequeñas cosas para las que antes no tenia tiempo. (Ordenar cajones, fregar algún que otro plato, colocar el salón, esta pendiente de la bombona del butano...contestar esas llamadas ofreciéndote el cambio de operador telefónico y poder mandarles a la porra...).
La mañana da para mucho, leer ese libro para el que nunca encontré un momento oportuno, enterarme de las noticias y quizá ver esa película que me regalaron mis hijos que quedó guardada en un estante a la espera de tener tiempo, ese tiempo del que ahora disfruto cada segundo y que es tiempo para mi y los míos.
Los paseos tranquilos, dejando que la lluvia me empape, (estoy deseando que venga el buen tiempo para disfrutar de ese sol que me da energías), las conversaciones en medio de la calle con conocidos, sin tener que mirar el reloj, observar las carreras de la gente atareada y decirme para mis adentros ,¡Es tu momento!.
Sentir la cabeza despejada, sin otra preocupación que la de vivir, sentir, disfrutar de una libertad que nunca antes llegué a percibir, me ha dado esa pizca de vitalidad que ya sentía perder en los últimos tiempos. La lastima es que este cascarón físico, esta cada día mas tocado y no puedo alargar mucho esos paseos, pero en mi interior he sentido que el espíritu se rejuvenece, que de nuevo vuelven los proyectos a mi cabeza y las ilusiones por cosas que creía perdidas.
Así que cuando alguien vuelva a preguntarme, volveré a decir ¡De P...M...!, Me siento feliz y casi un hombre nuevo, aunque solo sea en mi interior.
A medida que pasan los días, voy programando momentos con antiguos compañeros y amigos para tomar un café y charlar un rato, solo estoy a la espera de que el buen tiempo me permita salir a la calle sin miedo aun resbalón por culpa del agua caída. Será entonces cuando todos sepan que estoy, ¡De P...M...!