lunes, 5 de marzo de 2012

La sonrisa perdida...

Hay días, en los que uno no está para nada, ¿verdad que os pasa todos?, si solo me pasara a mi ya seria para preocuparme, pero mal de muchos, ¡consuelo de tontos!, pues eso… hoy es uno de esos días en los que ya desde primera hora de la mañana tengo la dolorosa compañía de una punzada en la cadera, ¡Vaya por Dios, otro dolor nuevo! Y es que los dolores nuevos se soportan peor que los ya conocidos, a los que uno termina por acostumbrase tanto a ellos que si algún día no aparecen se les echa de menos, y es que ¡terminas cogiéndoles cariño!.
La verdad es que nunca fui un “quejica”, más bien todo lo contrario, nunca demostré cara a la galería los dolores que he llegado a sentir y los disimulaba con alguna broma o salida de tono a destiempo que en el fondo desahogaban algo y terminaban por hacerme reír a mi también, con lo que terminé por llegar a la conclusión de que la risa, es un antídoto contra el dolor.
Hoy ni los chistes malos de mi apreciado Arguiñano, han hecho efecto, pero al menos han logrado que pase un rato riéndome, mientras comía viendo la TV.
Y es que la risa, esa que explota inesperada ante una situación divertida, debería de ser moneda de cambio diario ante tanta cara seria como uno se cruza en el camino. No se si son los tiempos que corren o que ya nadie es capaz de encontrar el lado amable de las cosas, pero son muy pocas las ocasiones en las que uno ve a gentes con la sonrisa en sus caras, esa expresión que dulcifica el rostro y hace parecer hasta al menos agraciado, una persona luminosa capaz de resplandecer entre tanto cariacontecido.
No es fácil, no, sonreír ante un futuro incierto, ante un alubión de malas noticias en cada informativo o en cada nota de prensa, pero al igual que cuando un dolor me asalta, termino por encontrar la parte graciosa de una noticia o la parte amable de algún suceso en el que siempre el patinazo de un periodista o el desliz del entrevistado acaban dejando un resquicio a la sonrisa, esa sonrisa que busco en las gentes que me rodean y que no suelo encontrar, en fin terminaré sonriendo en esta tarde que ya termina, aunque solo sea para iluminar los rostros de los que me rodean.