martes, 20 de mayo de 2014

Cada minuto...cada segundo...

Hay momentos en los que uno echa la vista atrás, la vida, ha sido maestra en muchas cosas y tras mil tropezones (no solamente físicos) uno va aprendiendo a levantarse de cada uno de ellos y enderezar el camino por otros derroteros.
Aquello que en un momento concreto, parecía inamovible, insalvable o cierto, termina por ser una simple anécdota que con el tiempo nos parece ridícula e incluso risible, por como le dimos importancia cuando no la tenía.
La experiencia, maestra de todas las cosas, nos muestra que no todo el mundo merece nuestra confianza, que aquellos en los que podemos, en un momento determinado confiar, terminan tarde o temprano fallándonos o simplemente no cumpliendo las expectativas que en ellos depositamos.
Por contra, muchas veces y por cuestiones que no llegamos a precisar, rehusamos y arrinconamos a personas que muy bien podía habernos ayudado en nuestro caminar y que descartamos sin saber porque , sin razón alguna, simplemente por aquello que algunos denominan como “cuestión de piel” y que no deja de ser más que una primera impresión subjetiva, sin base en la razón o el conocimiento de la persona.
33 años de vida laboral , me enseñaron que no siempre las primeras impresiones son buenas, que solo el trato continuo termina por mostrar la verdadera cara de las personas que nos rodean y acabamos poniendo las cosas en su término justo.
Confieso que yo también me he equivocado, que he dado importancia a muchas cosas y personas que no la tenían y he confiando en quien no lo merecía. Que no preste atención a quien guardaba un tesoro y con el tiempo terminaron ganándose mi confianza, demostrando de esta manera lo equivocado que estaba.
Todo es relativo y tiene la importancia que queramos darle, todo es pasajero, provisional, ningún momento es igual a otro y los momentos vividos, aunque tratemos de reproducirlos de nuevo, en los mimos lugares y con las mismas personas, nunca, volverán a ser iguales.
Muchas veces habréis sentido, que al regresar a algún lugar de la infancia, a algún lugar de veraneo, a una nueva reunión de amigos, donde en un momento determinado disfrutasteis y lo guardasteis en la memoria, ¡Nada es igual!. Sin saber porque, algo ha cambiado, aquellos momentos felices se volvieron irrepetibles y tratar de revivirlos puede en ocasiones ser decepcionante.
Solo vivir, cada día, cada hora , cada minuto, sabiendo que serán únicos, (para bien o para mal) nos hará valorar aún más cada instante de nuestra vida, a las personas con las que la compartimos y en las que realmente hemos depositado nuestra confianza y cariño.
Y es que la vida es eso...un continuo comenzar a cada instante, a cada paso dado, en cada decisión tomada, sabiendo que nunca será igual al anterior y que nunca más tendrá repetición en nuestra existencia.
Disfrutar cada segundo, pues nunca sabremos cuantos más nos quedan y que el tiempo pasado nunca volverá.