lunes, 4 de marzo de 2013

Siempre hay un "primer dia"...


Era mi primer día y la sensación de que algo no era normal fue, que abrí los ojos a las 7 de la mañana y no tuve necesidad de saltar de la cama, una sonrisa debió dibujarse en mi cara mientras volvía a quedarme semidormido pensando ¡Ya no tengo que madrugar!. Tan solo una hora y media después ya me había levantado y tras tomar un café con toda la calma del mundo, sentí que estaba de vacaciones, unas largas vacaciones que solo se interrumpirían un día a la semana para volver a lo que era habitual.
Mi mente aún no se hace a la idea de lo que me espera, largas horas sin tener que ir al trabajo y preocupaciones por que este salga a diario sin dejar nada atrás.
Salí a la calle y la calle era nueva para mí. Las mañanas encerrado en una oficina, durante años, me habían alejado de ese ajetreo urbano que hoy pude contemplar con clama, sin tener que ir con prisas a ninguna parte y con la mente despejada absorbiendo todo cuanto me rodeaba y en lo que antes no había reparado pese a haberlo visto en muchas ocasiones, pero que no había sido procesado por mi mente, ahora libre, emancipada, autónoma.
Gentes al sol de la mañana dejando pasar las horas como yo hacia en aquel instante, quizá jubilados o desocupados, se mezclaban con otros que apresurados, cartera en mano y papeles bajo el brazo, eran la imagen de lo que yo fui hasta hoy.
Era mi primer día y me dispuse a disfrutar tranquilo de esa mañana en la que por suerte, además, me acompaño mi mujer que estaba de libranza después de una larga guardia.
Desayuno en Las Torres, paseo por la Plaza Mayor mirando escaparates y dejando pasar el tiempo como si ahora el tiempo ya no tuviera importancia.
No miré ni una sola vez el reloj, que  antes era motivo permanente de consulta. Mi única preocupación era estar con  mi mujer disfrutando de esas primeras horas libres y esos tímidos rayos de un sol de Marzo que no lograban calentar el ambiente.
No se cuanto tiempo duró el paseo, esta vez, no había que ir a ningún sitio en concreto y solo se trataba de recrearse en una libertad que acababa de nacer.
Fue mi primera mañana de jubilado y el primer día en que no tuve que correr para comer y volver al trabajo.
Habrá muchos días iguales, muchas horas para dedicar a la lectura, al paseo o a ayudar en las labores hogareñas. Hoy fue mi primer día de otros muchos que aún quedan por venir…