martes, 5 de febrero de 2013

Inquietud...


Hoy he recibido varias llamadas telefónicas de amigos lectores de este humilde blog. ¡Tranquilos!, no me pasa nada que no sea nostalgia de años pasados y quizá algo de inquietud ante el futuro inmediato. La incertidumbre que todos sufrimos con los continuos e imprevisibles cambios también acaba haciéndome mella pese a la coraza que uno trata de ponerse todas las mañanas.
Para empezar he decidido no encender la TV y ver las primeras noticias mientras me arreglo, ni encender la radio del coche mientras voy al trabajo, ya que últimamente también viene cargada de desagradables noticias. En su lugar escucho un CD de IL Divo, que un día me regaló una compañera de trabajo y el ánimo se relaja con las melodías. (Debe ser verdad aquello de que la música amansa las fieras y no hay mayor fiera que la propia inquietud sin sentido).
Mientras conduzco y sin perder la atención debida al tráfico de la mañana, repaso mentalmente las cosas pendientes del día, otro mas a sumar en la larga caminata laboral, el ánimo se eleva al pensar que uno sigue siendo útil y que hay mucho por hacer aún, pero también comienzo a sentir que cada día esta mas cerca el momento de ir parando, de iniciar la frenada, que no deseo brusca ni tajante, pero si necesaria pues siento que los años no han pasado en balde, que las fuerzas, la concentración, la lucidez instantánea que he venido usando hasta el presente, comienza a pedir un momento de reposo. Por muy buena voluntad que ponga, hay ya momentos en los que si antes disfrutaba con ese ajetreo y hacer laborioso hoy siento la pesadez de movimientos y mi cabeza tarda en procesar la información algo mas de lo que es deseado.(Debe estar llenándose mi disco duro).
Tengo fuerzas para seguir, animo para hacerlo y disposición para cumplir con mis obligaciones, pero siento que el entorno se vuelve hostil día a día. No es ya la labor encomendada, los procedimientos nuevos que suponen un reto superable y la sal de la vida. No sabría decir a ciencia cierta que es, pero intuyo que voy entrando en eso que eufemísticamente llaman la tercera edad, donde uno mira de reojo las esquelas de los periódicos y las edades de aquellos que ya desaparecen, sintiendo un extraño alivio cuando estas superan en unas decenas de años la edad que uno tiene.
No tiene por que volver a cumplirse la mala suerte de mi padre y de mi suegro, ambos fallecidos con 64 años, una año antes de su jubilación. No tiene por que repetirse la historia, pero inconscientemente algo me inquieta… ¿Los años que pasan?.... curiosamente uno desea que hechos previstos lleguen sin tener en cuenta que cuando uno desea que pase el tiempo para que estos se produzcan, en el fondo lo que esta haciendo es desear que se agote el tiempo que queda…y es precisamente esa contradicción, la que quizá me mantenga inquieto.
¡Nada importante!, supongo que a todo el mundo le pasa al llegar a determinada edad. En fin, que el tiempo siga pasando es lo importante y que uno pueda seguir contando aunque sea estas inquietudes.