jueves, 10 de octubre de 2013

¡Si Fray Luis levantara la cabeza!...

Muchas veces, mas de las que posiblemente es prudente, confiamos en quienes nos rodean habitualmente, (fuera del ambiente familiar, se entiende), sin darnos cuenta que como bien dijo alguien, somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos.
Si uno “pone la oreja” con cierta atención, incluso en plena calle, podemos enterarnos de las cosas mas disparatadas, e incluso intimas, por culpa de esa maldita costumbre que tiene la gente de ir hablando con el móvil y hacerlo en voz alta, (acto, que parece ser un sello español, según dicen los extranjeros que suelen hablar en volúmenes sonoros mas bajos) sin precaución ni pudor alguno,expresamos sentimientos y resentimientos sin darnos cuenta que cualquiera puede estar escuchando.
Igualmente ocurre en el entorno laboral o en cualquier lugar donde la gente este próxima entre si, como por ejemplo en una cafetería o un bar, donde las conversaciones se mantienen en voz alta por causa del ruido ambiental.
¿Quien nos escucha?... Pues no solo esas agencias gubernamentales o extragubernamentales, cualquiera puede ser el que sin quererlo incluso, recoja información que no nos gustaría saliera a la luz o fuera conocida por cualquiera.
Son las 12 de la noche, y la noche invita hoy a  asomarse al balcón, en la calle hay gente paseando y el entre el murmullo se escucha con claridad una disertación de alguien que habla con un tono de voz superior al de los demás:
¡Una mierda!... la universidad se ha convertido en ¡Una mierda!, ya no hay nadie con categoría…
Instintivamente puse mis antenas con curiosidad en dirección al lugar del que procedía aquella frase.
Un hombre de mediana edad, caminaba despacio, paseando al lado de otro que parecía escucharle con atención en su gritona disertación, dando la impresión de que sabia de que estaba hablando por pertenecer al gremio universitario.
Los Catedráticos de ahora son herederos de los que en un día dieron lustre a la nuestra universidad (prosiguió vociferando), hijos de catedrático que por “enchufe” adquirieron la plaza y que si hubieran tenido que pasar una oposición, no habrían logrado ni el puesto de profesor de EGB, otros han estado “chupando rueda”, sin haber hecho otra cosa que la “pelota” descarada, e incluso copian en sus clases los temarios de sus predecesores sin aportar nada nuevo.
Perdí la onda a medida que se alejaban, pero pude ver como más de un viandante que seguía su mismo camino, reía y asentía con la cabeza aquellas frases altisonantes (por el volumen).
Pensativo, recordé que hace ya tiempo, uno de mis post estaba dedicado precisamente a esos inútiles pululantes de pasillos universitarios, que cartera bajo el brazo, solo hacen que pasear viejos apuntes que repiten a sus alumnos como loros irracionales…Quizá tenia alguna razón, ese hombre  al decir que nuestra universidad ha perdido la relevancia y lustre de otros tiempos.
Uno echa de menos las clases magistrales, aquellas en las que cada día brillaba una luz nueva en las mentes de los doctos enseñantes, iluminando el camino de los aprendices de médico, abogado, ingeniero, físico o filólogo…Hoy, muy pocos (casi contados con los dedos de la mano), logran emular a sus predecesores. Los actuales, se limitan a colgar en Internet ficheros PDF con clases rancias y desfasadas, repetidas año tras año sin aportar nada nuevo.
La culpa, como ya viene siendo habitual, se la echan a la crisis, la falta de medios para la investigación... pero no estoy convencido de ello, antes de que reventara el sistema económico, la burbuja inmobiliaria, los bancos malos y la Señora Merkel, al frente de del sistema económico nos pusiera un suspenso en economía, mucho antes... nuestra universidad ya tenia esos “corre pasillos”, siguiendo los pasos de catedráticos tan ilustres y doctos como D. Francisco Tomas y Valiente, D. Alfredo Calonge Matellanes, D. José Luis de los Mozos, Doctores como Delgado Pinto, Enrique Gimbernat, Gloria Begé Cantón, Lamberto Echeverria y un sin fin de auténticos profesores entregados a la mas loable de las dedicaciones...¡Transmitir su sabiduría!.
Lamentablemente, yo también termine por dar la razón a aquel vociferante viandante y sentí tristeza por lo que ha perdido nuestra Universidad.

viernes, 4 de octubre de 2013

Elucubraciones de un simple "fusible"...

Levantarse y dar los buenos días sintiendo la punzada en la espalda,(Dichosas vértebras), la rodilla, el brazo izquierdo y que sé yo ya, cuantos dolores mas me acompañan desde hace algún tiempo, es a pesar de todo una buena señal... ¡Estoy vivo!.
Mi primer pensamiento es, como podéis imaginar... ¡menos mal que hoy no tengo que ir a trabajar! ,( Privilegio de jubilado, desgracia de parados). E inmediatamente me pongo a hacer alguna que otra tarea casera arrimando el hombro a tanto como hay que hacer en casa quitando trabajo a mi mujer que bastante tiene con su labor diaria.
Perezosamente suelo repasar en mi portátil o en el móvil los últimos comentarios y noticias del Facebook y la prensa diaria, raramente y por que estar sentado mucho tiempo ante un ordenador es para mi un sufrimiento indescriptible, por el dolor de espalda, suelo dedicar algún tiempo a poner al día este blog, que aunque vivo, ha perdido ( lo reconozco) algo de aquella chispa que diariamente se encendía para contar mis aventuras, desventuras y dejar una nota de humor que provocara la sonrisa en el lector ocasional, o nostalgia de tiempos pasados que cada día se me hacen mas lejanos.
A pesar de todo, seria un desagradecido y si no dijera que mi nueva situación vital es (si no fuera por aquellos dolores), “perfecta”...el tiempo da de sobra para dedicarme a leer, comunicarme con los amigos y sentir muy de cerca cada momento de mi familia echando una mano cuando se necesita.
Acabo de bromear en el Facebook con los dolores... esos avisos de que algo no anda bien...¡Qué complicados nos diseñaron y construyeron!, Que endebles y perecederos y sin embargo, nos creemos en ocasiones el ombligo del mundo, cuando todo seguirá funcionando igual aunque falte nuestro engranaje, nuestro granito de arena.
En la broma decía: En lugar del aviso doloroso que indica que algo no marcha bien...¿no nos podrían haber puesto una lucecita de aviso? Y de paso un interruptor para apagarla...
Alguien me ha llamado y preguntado ¿ Qué harían entonces los médicos? Y mi respuesta ha sido...
Supongo: que no se les llamaría médicos si no “Electrocontroladores corporales” o algo parecido y serian los únicos que sabrían que interruptor apagar en cada momento
, Pero  no...ahí sigue el dolor al que uno termina casi por acostumbrarse ¡no queda otra!...no hay interruptores ni lucecitas, somos de carne y hueso (algunos mas huesos que otros) y cada día deberíamos aprender que ni somos eternos, ni imprescindibles, ni el centro del universo. Aunque sustituibles (como si fuéramos un fusible) debemos seguir cumpliendo nuestro cometido y si es posible ayudando a otras maquinas como nosotros a cumplir el suyo, al fin y al cabo, todo esta entrelazado, todo tiene sus conexiones aunque estas sean temporales y para algo (aunque no sepamos a ciencia cierta para que y con que fin), estamos en este mundo. ¡Hagámoslo funcionar lo mejor posible! Aunque no seamos el motor principal del mismo.

martes, 1 de octubre de 2013

La fábrica

Alguien me preguntaba hace unos días, a que se debía mi parón en este blog y añadía irónicamente… ¿te han dejado las musas?...
La explicación en bien sencilla, desde hace algún tiempo un pinzamiento de vértebras no me permite estar mucho tiempo sentado y menos tecleando un ordenador, pero las ideas, ahí siguen fluyendo y guardándose en mi cerebro para cuando esto mejore y el tiempo frente a esta pantalla pueda ser mayor y mas relajado.
Hoy, haciendo, “de tripas corazón”, no he querido dejar pasar mas tiempo sin plasmar algo que viene dándome vueltas en la cabeza.



Juan, caminaba aquel día a través de los largos pasillos de su antigua fabrica, el ruido cadencioso de las maquinas, apenas le permitía oír a su acompañante que en un alarde de conocimientos, no exento de vanidad, le explicaba el funcionamiento de cada uno de aquellos artilugios que habían ido sustituyendo al personal… robots de troquelado, lijadoras automáticas, moldeadoras y soldadoras robotizadas, efectuaban con precisión la labor que antes ejecutaban gentes abnegadas y entregadas como él, que ahora no se veían por ningún lado.
Olor a aceite quemado y fluido eléctrico en el ambiente habían sustituido otros olores mas humanos aunque menos agradables.
Echó de menos las voces de sus antiguos compañeros, gastando bromas algunas veces y discutiendo otras, comentado el último partido o las últimas noticias filtradas que auguraban malos momentos laborales.
Era todo tan aséptico e irreal que preguntó… ¿Aquí solo trabajas tu?... ¿No hay nadie mas?...
Una sonrisa burlona, y casi despectiva acompaño su respuesta….
No es necesaria mas gente que cuatro informáticos, para hacer la labor que antes hacíais sesenta y tres personas, con mas rapidez y menos fallos, con mayor precisión en los acabados y sobretodo mas barato…
La mirada de Juan bajó al suelo, que impoluto y brillante, le devolvió su mirada triste, mientras pensaba…Solo somos un numero y se nos valora en monedas…aquellas promesas de ascensos, incentivos, valoraciones, exámenes, revisiones que sufrimos antaño, solo pretendían que incrementáramos nuestra labor en beneficio de los dueños de la empresa. Luego, vino la suspensión de pagos y la quiebra, ya nadie tuvo en cuenta a las personas y la venta a una empresa Americana que hoy regenta lo que antes fue hogar laboral de muchas familias.
Juan, ya no se identificaba con el logotipo, que aun presidía la fachada de la fábrica,  pese a que era el mismo bajo el que había ejecutado su trabajo durante años y en el que había puesto todas sus ilusiones.
Al final del pasillo y tras una gran mampara de cristal, varias pantallas de ordenador y luces parpadeantes, cuatro hombres vestidos con blancos monos, parecían hipnotizados ante las gráficas que las pantallas mostraban…pocos movimientos ante los teclados y ensimismamiento absoluto, aislados del ruido por unos cascos con micrófono a través de los que deberían estar comunicándose, no se si con las maquinas o entre ellos, pero seguramente, en ningún momento se atreverían a hacer una broma o comentar alguna noticia. Tan robotizados como el resto del lugar, ninguna expresión en el rostro, la mirada fija y los gestos parecían mecánicos, sin vida…
Cuando Juan salió de aquel lugar, respiró hondo, como si no lo hubiera hecho en su visita a la fábrica, sintió como el aire entraba en sus pulmones y fue cuando dejo de echar de menos su trabajo, cuando desapareció aquella sensación de vacío que le había acompañado desde que hacia ya algún tiempo fue sustituido, jubilado, por aquellas maquinas que hoy había podido ver por primera vez y sintió aquello que llaman “Libertad”…