domingo, 16 de septiembre de 2018

LAS INCOMODAS PREGUNTAS

No sé, si os habrá pasado en alguna ocasión, pero si puedo asegurar que a mí me ha ocurrido, desde que tengo uso de razón.
Hay momentos puntuales en la vida, en los que, en más de una ocasión, recibes la pregunta de rigor…
Cuando eres estudiante, ¿Cuándo terminas la carrera?, si la terminas, vine la siguiente pregunta, ¿Cuándo te echas novia?, para continuar, cuando ya la tienes con, ¿para cuándo es la boda?.
Ya imagináis todos, que al poco de casaros, la pregunta será, ¿Y para cuando los niños? Y cuando estos y tú ya vais teniendo unos años, la pregunta será, ¿Sois abuelos?
Pero cuando los años ya han pasado, hay una pregunta inevitable… ¿Cuándo te jubilas? y es aquí, precisamente aquí, cuando las preguntas terminan y aparece un silencio incómodo y no es porque la gente haya dejado de hablarte, porque ya no le importes a nadie, si no, porque la pregunta lógica, ¿adivináis cual seria?, pues esa que nadie se atreve a hacer ya, y que supone el fin de una larga existencia…¿Cuándo te mueres?...
Uno, al que los años ha ido haciendo suspicaz, cuando intuye que algún interlocutor puede estar pensando en ello, sin atreverse a preguntar, bien porque pese a sus halagos de ¡Qué bien te veo!, ¡Te encuentro, estupendo!, ¡Qué bien te conservas!, suelo adelantarme a sus pensamientos y suelto aquello de… “Aun tengo carrete para rato”, zanjando así el asunto de pregunta incomoda, que espero a nadie se le ocurra hacer, por muy mal que me vea y siga pensando, ¡a este le queda poco!, que espero y así os lo confieso, sean los menos, quienes lo piensen y sigan viéndome con las fuerzas que yo creo tener y la mala salud de hierro de la hago gala todos los días.
Así pues ¡No más preguntas!, por favor…