martes, 19 de junio de 2012

El escalón que falta...

Son ya muchos los años que uno arrastra trabajando, muchos los momentos en los que la fuerzas parecían superar las expectativas y que el al final terminaba por cumplir haciendo de tripas corazón, demostrándome a mi mismo que no hay nada imposible por resolver si se pone uno a la tarea y deja de lado al mismo tiempo males y malos momentos.
Muchas veces, teniendo como herramientas la paciencia, siendo meticuloso, ordenado y constante logre hacer frente a una labor callada, quizás incomprendida y seguro que no valorada por quien debía, pero suficiente para que uno se sintiera satisfecho de lo realizado.
Hoy, trato de enseñar a mis hijos que de nada sirven las prisas y el dejar a todo para ultima hora, que el trabajo constante y planificado da mejores resultados que la chapuza de ultima hora, que por mucho que otros nos apremien con sus exigencias, solo nuestro ritmo constante, quizá machacón termina por llegar a mejor puerto, que no soluciones provisionales tratando de apagar fuegos que en realidad solo están en nuestra imaginación.
Desde una nueva perspectiva, que vengo teniendo desde hace unos años, observo el desvelo de mis compañeros por dar soluciones inmediatas a peticiones acuciantes que nunca llegan a serlo de verdad, en detrimento de las que quizá si pudieran ser verdaderamente importantes.  Veo como su ritmo de trabajo nunca es constante y esta lleno siempre de interrupciones inoportunas y en la mayoría de los casos inútiles e innecesarios, con llamadas telefónicas que nunca son para resolver temas graves, urgentes o prioritarios. Como gentes, que se supone son profesionales y deberían entender nuestro trabajo, les plantean problemas peregrinos y en ocasiones de Perogrullo, no siendo esto lo mas grave si no la reiteración de los mismos una y otra vez negándose, incomprensiblemente, a aprender procedimientos y gestiones que ellos mismos podrían resolver ganado tiempo y no haciéndolo perder a los demás.
En más de una ocasión me he tenido que morder la lengua para no llamar “inútil” a alguno de estos sujetos, a los que interiormente denomino como “ladrones de tiempo”, ese tiempo que bien planificado da para mucho más de lo que da, con tanta interrupción bastarda.
He llegado a la triste conclusión de que el tema no tiene remedio y estoicamente, sigo mi ritmo esbozando una sonrisa cada vez que uno de estos seres se cruza en mi camino, Si supieran lo que estoy pensando cada vez que sonrío, seguro que no volverían a dirigirme la palabra, pero uno está a lo que está y mientras el mundo seguirá girando lleno de gentes que nunca querrán aprender, que nunca sabrán organizarse y que nunca subirán peldaños que podrían muy bien haber subido con muy poco esfuerzo…