martes, 26 de marzo de 2013

Respeto y convivencia...


Nací en una gran familia que me enseño lo que era el respeto, la educación, los buenos modales y el saber estar en cada momento por difícil que este fuera.
Los años fueron puliendo aquellas primeras enseñanzas, mas bien ejemplos, que recibí de mis progenitores y nunca levanté la voz a nadie aunque lo estuviera mereciendo.
Hoy, observo con tristeza que casi nadie hace uso de la palabra “respeto”, los ejemplos, (nunca buenos) de programas televisivos en los que el vocerío, el insulto, el sacar los trapos sucios a relucir, son el pan nuestro de cada día y están siendo la escuela de una población y gentes que creen tener patente de corso para pisotear a todo el mundo, para olvidar que la convivencia de basa en la premisa de no herir al vecino y saber guardar silencio en los instantes mas delicados.
Ceder el puesto a una persona mayor en el autobús, dejar paso en una puerta a los que salen antes de entrar, abrir la puerta para quien viene cargado con bolsas o tiene alguna dificultad, son meros detalles que han desaparecido en nuestro que hacer diario. El codazo y empujón han sustituido a las buenas formas, las palabras “disculpe”, “gracias”, “lo siento”, “por favor”, han dejado de utilizarse y en su lugar como mucho surge un gruñido ininteligible más propio de un animal que de una persona.
Las conversaciones en el trabajo, cuando se atiende a alguien, siempre comienzan por parte de nuestro interlocutor con un amenazador... ¡Vamos a ver!...que ya te pone en guardia sobre lo que viene después que suele ser un chaparrón de incongruencias y exigencias sin sentido en la mayoría de las ocasiones.(Todo el mundo parece tener derechos pero nunca obligaciones). En la calle, cuando alguien te solicita, suele hacerlo con un... ¡Oye tu!... que pretende ser signo de cercanía cuando en realidad es una falta de respeto.
Muchas veces y haciendo uso de aquellas viejas enseñanzas, uno se calla y responde con amabilidad que nunca es correspondida y echa de menos aquella vieja cartilla de “urbanidad”, manual de buenos usos y costumbres, que era de uso obligatorio en la enseñanza y que hoy cuando uno la lee solo da risa y lastima por lo que con ella se perdió.
Los grandilocuentes planes de estudio han olvidado lo fundamental...enseñar “respeto” y convivencia.
Por todo ello, no me ha extrañado oír en algún noticiario, que algunos políticos están siendo acosados en sus propios domicilios por manifestantes vociferantes y agresivos, que olvidaron algo tan importante como que el dialogo comienza por respetar al interlocutor, por pedir educadamente lo que a cada uno corresponde y razonar...si razonar, no chillar a través de un megáfono molestando incluso a quien nada tiene que ver con el asunto.
En fin, de aquellos polvos vienen estos barros, quien no aprendió el significado de la palabra “respeto”, tampoco sabrá el significado de la palabra “convivencia”