Si hace unos días hablaba del mas allá, hoy le toca al “mas acá”, a ese devenir diario en el que cada segundo se convierte en pasado y el pasado en historia, la historia de nuestra existencia.
Cielo e infierno se mezclan cada segundo y mientras unos disfrutan cada segundo de esta vida otros padecen calamidades sin fin, algunos, (la gran mayoría), alternamos ambas situaciones y de esta manera logramos hacer mas llevadera la subsistencia.
Cada cual tiene su infierno particular, unas veces, la salud, otras la economía, situaciones familiares, laborales, sucesos puntuales, nos hacen sentir cerca de ese averno que se nos ha prometido si no somos, como alguien supuso un día debería de ser la perfección absoluta y el comportamiento inmaculado.
Muchas veces he llegado a pensar que el infierno no es cosa del más allá, viendo las imágenes de los telediarios, uno termina por pensar que el abismo esta en esta vida, en ese mas acá en el que nos desenvolvemos cada instante, hambre, guerras, catástrofes, violencia permanente en cada esquina.
Alguien en broma me decía: “Como terminemos en el infierno te voy a dar mil tizonazos”, y los tizonazos, ya me los dan a diario en esta vida, con mis eternos dolores, con los roces que la convivencia produce con compañeros, amigos e incluso con familiares, con las preocupaciones por el futuro, ese futuro que tan negro nos ponen los economistas cada día y que terminan por rematar los políticos con cada una de sus manifestaciones, estos si que nos dan tizonazos y encima le hemos votado para ello.
No se si existe el mas allá, pero es de suponer, que teniendo todo sus dos polos, negativo y positivo, bien y mal, blanco y negro, exista algo distinto a lo que vivimos cada día en este mas acá, aunque solo sea por mantener el equilibrio entre los extremos.
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