martes, 6 de marzo de 2012

Tan solo...21 gramos...


21 gramos, dicen que pesa… Cuando el cuerpo humano llega a su final y el alma abandona su envoltorio físico, dicen que este pierde el peso de 21 gramos.
21 gramos de alma, en los que se va toda una vida llena de alegrías y penas, quizá el sentimiento imborrable de haber perdido un padre a los 25 años, su ejemplo que durante ese tiempo marcó el comportamiento de uno, para toda una vida. Las largas horas de aquellos 107 días en el hospital velando una enfermedad que terminó con la vida de una madre. La fortuna y dicha de haber encontrado un amor, cómplice y duradero con quien compartir cada instante y formar una familia. La alegría y desconcierto ante el llanto de unos pequeños recién nacidos que iniciaban su andadura en esta vida y que hoy llenan de alegría a un padre que ya comienza a sentir el peso de los años.
Las interminables horas de rehabilitaciones que nunca llegaron a ningún sitio, pues todo tenía un límite y este nunca se sobrepasaba. Los largos veranos de la niñez junto a un Cantábrico nunca olvidado y siempre sentido, en una tierra amada cuyo recuerdo esta siempre presente.
Aquella casa en la que transcurrió la niñez y desde la que a través de sus grandes balcones se veía las catedrales de una Salamanca siempre tranquila y acogedora.
Las clases de derecho en la facultad, de la Plaza de Anaya. Viejos compañeros a los que hoy he perdido la pista pero que siguen presentes en esa orla de tonos grisáceos y fotos añejas.
La pelea diaria con un trabajo que ha marcado una vida y en el que satisfacciones y sinsabores han estado presentes durante más de treinta años. Viajes de trabajo y de vacaciones inolvidables que me llevaron por medio mundo y en los que sentí por un momento, que podía seguir el ritmo de los que me acompañaban sin ralentizar su marcha ni entorpecer su camino.
21 gramos solamente para llenar toda una vida y de los que nadie sabe a ciencia cierta donde irán a parar cuanto el tiempo termine por agotar este viejo cascaron que aún sigue empeñado en seguir acumulando vivencias y disfrutando de una vida que terminará por llenar esos 21 gramos de alma, a veces dolorida, a veces inocente, pero siempre feliz de la vida que le ha tocado vivir…

2 comentarios:

  1. Fernando, yo no creo en esa dimensión física del alma. Yo más bien creo en las toneladas que pesan las vivencias, las experiencias, los valores. Que tampoco son físicas, pero que gravitan sobre el ser humano. Y sobre todo creo en las partes de ese peso que lo hacen más ligero y soportable, como el optimismo, la ecuanimidad, el encontrar en cualquier cosa, por negativa que sea, una parte positiva. Y creo que de eso debes tener almacenes llenos.

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    1. Tampoco yo creo que el alma tenga esa dimension y sin saber donde esta, ni cuanto pesa, hay ocasiones que duele y parece soportar una carga enorme,mientras que en otras se vuelve liviana y alegre es capaz de todo. Los años, quizá mejor dicho, los golpes que te van dando los años y la vida han terminado por convertime en un optimista.
      Un abrazo Jordi.

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