Abrí aquella puerta pensando que no había nadie y nadie estaba sentado en aquel sofá, nadie había servido aquella copa que nadie me ofreció amablemente.
Tome asiento sin la indicación de nadie y nadie comenzó aquella conversación en la que nadie me enseñaba la manera de superar escollos en esta vida, que nadie había previsto y nadie me había señalado.
Nadie me dijo que luchar contra corriente fuera fácil.
Nadie me aseguró que el dolor fuera soportable.
Nadie me enseñó que con esfuerzo todo se logra.
Nadie me prometió que la cirugía y los medicamentos aliviarían mis males
Nadie me hizo esperar más de lo esperado.
Nadie me enseñó a ser tolerante con el prójimo.
Nadie de hizo ver que otros también sufren.
Nadie me advirtió de la envidia y la mentira.
Nadie tuvo la sabiduría para abrir mis ojos a un mundo real en el que nadie se movía con soltura y libertad. Donde nadie llegaba a pasar calamidades y nadie padeció opresión.
Nadie fue capaz de devolverme la tranquilidad perdida, cuando nadie te apoya en tu caminar.
Salí de aquella estancia sin despedirme de nadie y nadie se quedó solo. Su ausente compañía y el silencio de nadie me devolvieron a la realidad donde nadie callaba, nadie vivía como nadie deseaba y terminé aquél momento con en el que nadie mas que yo lo habia estado.
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