Con lo que a uno le cuesta en ocasiones encontrar la palabra justa para provocar la sonrisa y leyendo unos curiosos libros que han llegado a mis manos, cuyo titulo es, “cosas de niños”, he llegado a la conclusión de que a medida que uno se hace mayor va perdiendo junto con la capacidad de sorprenderse la capacidad de ver la parte cómica de las cosas.
Solo los niños con su inocencia aún salvaje y sin contaminar son capaces de preguntar ¿Mama si esa es la familia real, la nuestra que es?... ¿De mentira? O Mamá ,Jesucristo en el cielo ¿esta en la cruz o esta suelto?.
Sin pretenderlo y con sus salidas, crean un humor fino, inteligente espontáneo, que a los mayores nos cuesta un esfuerzo lograr. Juan se dirigía al servicio y de repente se vuelve a coger su Nintendo diciendo, "sin tetas no hay paraíso y sin Nintendo no haya caca", Por mimetismo con el mundo que les rodea, tratan de imitar posturas, gestos y frases de los mayores y lo hacen sin el menor sentido del ridículo, ese sentido que a los mayores nos impide hacer esos gestos de burla ante situaciones tontas, como hacen ellos, o canturrear cancioncillas burlescas en lugar de insultar como hacemos los mas entrados en años.
Nadie se imagina un "Chincha rabia que tengo un coche mejor que el tuyo", cantado por un mayor, ni sacar la lengua al que te acaba de hacer una pirula con el coche. Nosotros sacamos la mano amenazante y ellos el golpe inesperado que descuadra al contrincante.
Decididamente hay que tener alma de niño para encontrar el humor en las cosas cotidianas, ese alma sin complejos que hace preguntar a un niño: Si yo vine de Paris y mi hermana nació en una coliflor ¿Es que no hay nadie en esta familia que nazca de manera normal?.
Quizá la solución para hacer un mundo mejor es mirar la vida con ojos de niño, sorprendernos a cada paso de lo que nos rodea y dar gracias por tenerlo cerca, descubrir que todo tiene su parte cómica y sacarla a relucir a la menor ocasión, eso que llamamos "sorna" cuando lo hace alguien entrado en años y que en realidad no es mas que un volver a la niñez, sin complejos, sin ataduras, sin miedo al que dirán si digo una tontería.
Conozco a varias personas que tienen esta loable capacidad, algún amigo y compañero gallego, algún amigo asturiano de la niñez y siempre el recuerdo eterno de mi padre, cuya sorna sacaba punta a todo quitando hierro a las situaciones mas conflictivas. Yo quiero ser como ellos, ver la parte alegre de la vida, reírme de lo que parecen ser problemas y luego vistos desde la otra mirada convertirlos en la broma del día. Yo quiero tener sorna...
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