Hay ocasiones en las que uno mantiene un dialogo interno e intimo, en el que se plantea la existencia y el futuro incierto, por ser eso, futuro e imprevisible.
Ese extraño dialogo en el que las preguntas no suelen tener respuesta, rondan en torno a la salud y el futuro de los hijos. Las cosas no están como para tener una expectativa risueña y amable, la preocupación por como sobrevivirán el día de mañana, de como serán las vidas de mis hijos cuando yo falte (que espero sea muy tarde) no tienen respuesta.
Uno les ve avanzar en su camino, unas veces con éxitos y otras con tropiezos y lo compara con la existencia que uno ha llevado en la que también se alternaron momentos buenos y malos, donde conquistas y derrotas han poblado mi existencia como suele ocurrir a todo el mundo.
Nuevamente el tiempo esta presente en este dialogo, ese tiempo que uno ve agotarse día a día llenando de impaciencia momentos en los que me gustaría tener la capacidad para dejar resueltas las vidas de los míos, empeño imposible, pues nadie puede hacerlo.
¿Lograrán desenvolverse en esta selva humana?, ¿formarán una familia y esta será al menos tan estable y buena como la que yo he disfrutado?, ¿serán capaces de soportar todos los golpes que la vida les de?, ¿recordarán el ejemplo que su padres les dieron con su esfuerzo diario y atención permanente hacia ellos incluso olvidando su propia existencia?
Mi dialogo se interrumpe con la vuelta a la realidad. Lo tienen muy difícil. Solo ellos, al igual que hicimos nosotros, deberán tomar decisiones sobre su propia vida, sobre el camino que desean seguir, sobre la cantidad de esfuerzo que quieren hacer y sobre los objetivos de sus vidas. Nosotros (su madre y yo) solamente podremos seguir, como todos los padres, sirviendo de apoyo hasta que puedan volar solos, pidiendo que la salud nos permita seguir estando ahí cuando nos necesiten.
De nuevo las dudas y temores me asaltan cada vez que veo y leo las noticias en la prensa. Las oportunidades de encontrar empleo son cada vez menores, la inestabilidad en todos los aspectos de la vida parece no tener fin y uno termina por preguntarse ¿también nuestros padres tuvieron los mismos presagios?, ¿También ellos sintieron esta incertidumbre?.
Sin respuestas, he terminado por pensar, con un optimismo fuera de lugar, que en algún momento las cosas tienen que cambiar y que el mundo seguirá girando aun después de que yo no exista…
Nuestros hijos están mucho más preparados que nosotros para afrontar todas las vicisitudes que se le presenten. Primero porque han adquirido los valores de los padres que se forjaron en otras épocas y segundo porque son capaces, aunque no lo creamos, de evolucionar y de mimetizarse con el futuro que les viene. Sé, por experiencia, que siempre existe el temor a no haberlos educado bien, a no haberlos preparado para volar sueltos. Pero ese temor ha existido siempre y nace del exceso de proteccionismo que hemos tenido con ellos. Dejadlos volar, dejadlos emprender su camino. Son nuestros hijos y no nos defraudarán.
ResponderEliminarGracias Paqui y Juan Carlos, por vuestros comentarios.
EliminarEs cierto que nuestros hijos, están mejor preparados que nosotros, uno siempre tiene la duda de si lo esta haciendo bien o no con ellos a pesar de poner toda la buena voluntad (siempre dije que los hijos no traen manual de instrucciones cuando nacen, tampoco me habría servido de nada pues tengo la mala costumbre de nunca leerlos) Muchas veces bromeo con mi mujer y la llamo “mama pato”, pendiente de su patitos (En este caso…Yo seré papa ganso.)
Bromas a parte, los tres (vosotros y yo) creo que vamos acertando a pesar de que siempre nos quede la duda, no por ellos, pero si viendo el entorno en que se tienen que desenvolver, claro… que tampoco nos ha sido fácil a nosotros y sigue sin serlo. Tu Juan Carlos me has dicho en alguna ocasión que todos nuestros esfuerzos y resultados pasados de nada sirven, que hay que seguir demostrando de nuevo cada día lo que uno vale y a pesar de todo nadie reconoce estos esfuerzos ni la buena voluntad, que siempre hay quien esta dispuesto a ponerte la zancadilla… y este es mi temor con mis hijos…a mi, ya comienza a darme todo igual en el plano personal, pero a los míos ¡Que no los toquen! ( yo no voy a decir como la Belén que por ellos mato, yo por ellos muero) y seguiré pendiente de sus vidas mientras a mía dure, pero seguiré y seguramente vosotros también , haciendo preguntas que no tendrán respuesta.
Un fuerte abrazo a los dos