De lo difícil que resulta en ocasiones mantener el tipo cuando los dolores arrecian, y cuando un simple movimiento provoca la desesperación, por que uno piensa que esto no ocurría antes, te lleva a pensar lo puñetera que es la vida dejando que envejezcamos y nos anquilosemos pese a nuestros esfuerzos por mantener un tono medianamente aceptable, con ejercicios diarios y pastillazos anti dolor.
Debería de ser al revés, que nuestra capacidad física aumentara con los años al igual que aumentan nuestros conocimientos y experiencia junto con la capacidad de trabajo intelectual, pero no, nuestro cerebro va por libre, aunque nuestra memoria falle en ocasiones, la experiencia va llenando el disco duro y somos capaces de detectar problemas que antes no veíamos y encontrar soluciones que antes no habríamos imaginado, pero las cosas son así, cuando uno intenta hacer un esfuerzo, el cuerpo se encarga de recordarte lo que la cabeza niega, que ya tienes mas años de los que imaginas y que tus huesos y músculos no están para muchos trotes
Levantas el brazo para llegar a la cara con la hojilla de afeitar y el codo te da una punzada diciendo, ojo que no se pueden hacer muchos esfuerzos, tratas de empujar un sillón para acercarlo a la ventana y los riñones te llaman de nuevo la atención, ¡Que no! Que no hagas esfuerzos inútiles, y no te cuento ya si tratas de levantar algún peso, es entonces cuando un coro de huesos y músculos doloridos comienzan su concierto de dolores varios que te dejan molido, como si hubieras estado corriendo todo el día.
La cuestión esta en que uno no puede sustraerse en hacer alguna que otra chapucilla en casa, imaginas sentado desde el sofá, como quedaría el salón cambiando algún mueble de sitio, colocando el sofá de tal o cual forma y la TV en un rincón donde la luz no le de de plano, mentalmente mueves la mesa del comedor y sus sillas, el mueble del salón y el resto de estanterías y cuando la imagen ideal de cómo quedaría ya la tienes en la mente, eres incapaz de mover tres sillas y el mueble se convierte en la roca de Cicifus, imposible de mover cuando hace apenas unos años tu lo colocaste solo, en el lugar que ocupa y sin demasiado esfuerzo.
Es entonces cuando caes en la cuenta de los años que tienes y de que las fuerzas de antes ya no están contigo, (vamos que te abandonó la fuerza viejo Jedai), que cualquier esfuerzo se hace enorme, cuando antes eras capaz de levantarte sobre una mesa usando una sola mano y presumías de levantar todo tu cuerpo haciendo la bandera en un poste de teléfonos (burradas de juventud y entrenamiento forzado por el uso de muletas).
Así que, el salón se queda como esta y el mueble permanecerá varado aunque no acabe de gustarme ya el sitio en que se encuentra.
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