30 de Mayo...tal dia como hoy, era un día especial, día de fiesta en la familia coincidiendo con el Santo de mi padre, y por ende el mío, como ocurre ahora habiendo yo ocupado su puesto y siendo también el santo de mi hijo.(tercera generación de Fernandos)
Por aquel entonces, (mis recuerdos son muy claros), se producía una gran reunión familiar y de amigos de mi padre en aquel caserón, donde no faltaban los dulces y tartas confeccionados por mi madre (¡Ay!... aquel merengue con el que adornaba sus tartas y cuyos restos yo me ocupaba de terminar una vez confeccionadas aquellas maravillas de repostería).
Hermanos y cuñados de mi padre, amigos y algún que otro compañero, celebraban un santo que ya era tradicional en la familia. La alegría de todos ellos aumentaba la de la familia que compartía un día especial, en el que incluso Don Miguel, párroco de la iglesia de la Purísima, se apuntaba todos los años al festejo, para felicitar a mi padre y luego hacia la “ronda” subiendo a casa del vecino del tercero que también se llamaba Fernando y no se si seguiría camino buscando mas Fernandos a los que felicitar.
Tardes de Mayo inolvidables en las que ya se intuía cercano el éxodo anual y veraniego a tierras asturianas.
¿Cuantos recuerdos puede guardar mi mente?, y lo mejor…todos son de momentos felices de una familia en la que crecí y de la que siempre me sentiré orgulloso. Los malos ratos quedaron, y siguen quedando en el olvido mientras mi copa solo se llena de la felicidad pasada y presente para brindar por un futuro en el que no existan sombras y siempre brille el cariño de la familia, amigos y compañeros.
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