Van cayendo los perezosos días de verano, en los que uno comparte vivencias y momentos inolvidables con las personas mas queridas. La cercanía de una vuelta al trabajo y la rutina diaria animan aún mas cada instante apurando los minutos, que relajado han ido dándome fuerzas y ánimos para continuar en una labor diaria que uno agradece y en la que me siento bien.
Muchas veces oigo aquello que llaman, síndrome post vacacional y una sonrisa burlona se me pone en la cara, pues nunca sentí tal mal ni note nada extraño al volver al trabajo.
Mil recuerdos plasmados por mi cámara, me acompañan en cada instante, momentos felices que quizá no se vuelvan a repetir (nada se repite en esta vida), son como ladrillos de una gran casa construida día a día en la que en cada rincón del alma hay alegrías guardadas, que renuevan el espíritu.
Durante días olvidé mi portátil, anoté momentos pensando en plasmarlos luego en este blog que hoy retomo, fiel testigo de vivencias y sentimientos que fluirán mientas la vida siga permitiéndome aporrear un teclado y mi cabeza mantenga la lucidez suficiente para poder contarlos.
Hoy ha vuelto a salir el sol, ese astro que en verano parece cargarme las pilas con fuerzas y alegría renovadas. Hoy he vuelto a dar las gracias por que la vida me haya dejado disfrutar del mar, del aire limpio, junto con mi mujer y mis hijos, que aún y a pesar de sus años siguen guardandose unos días para que todos podamos estar juntos en vacaciones.
Las tardes van perdiendo luz, pero aún permanece en mi, el brillo de esos días que seguirán dándome fuerzas durante el resto del año, mientras en mi cabeza resuena aquella vieja canción del Dúo Dinámico...¡El final...del verano...llegó...!
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