Los tiempos cambian que es una barbaridad, decía don Hilarión.
La verdad es que así es y parece que el tiempo acelera nuestras vidas día a día con las nuevas tecnologías. Ya nadie prescinde del móvil, (Smartphones de última generación), con el que se esta en permanente contacto con todo el mundo, (debería decir mejor, con el mundo entero).
La menor noticia, salta inmediatamente en nuestras pantallas y nos enteramos del viaje de un amigo (fotos incluidas), la boda de un compañero o la última aventura de algún contertuliano de esos programas de televisión, en los que todos se ponen a escurrir sacando sus trapos sucios a luz pública.
Todos estamos expuestos a una foto indiscreta (las cámaras de fotos van incluidas en el aparatito ese que antes solo servia para hablar y que ahora sirve para todo).
Te avisa de los radares en la carretera, planificas tus reuniones, mandas tus correos, chateas con una amigo, tienes una videoconferencia con un familiar, consultas la guía telefónica, la fecha en que se matriculo un vehículo, lees la prensa diaria, miras por si acaso el horóscopo del día, consultas tu cuenta del banco, el horario del próximo tren, ves la calle a la que tienes que ir en el Google maps y terminas por pensar… ¿Como demonios se las arreglaban antes sin este cacharro?, ( He visto que incluso hay una aplicación que explica la mejor manera de reproducirse…¡Toma Ya!...al final, ¿tienen que terminar explicándonos esto?).
La cantidad de aplicaciones aumenta día a día de manera exponencial, las hay de todo tipo y de toda utilidad, clases de cocina, accesos a Web corporativas para continuar con el trabajo aun fuera del horario laboral, diccionarios, enciclopedias, traductores de idiomas, buscadores de muebles, paginas para encontrar novia (Con lo fácil y natural que era antes, aquello del cara a cara y usando la disculpa de: ¡Tienes fuego!...cuando el fuego en realidad estaba en el cuerpo). Conciertas la consulta medica e incluso puedes medirte tu mismo el numero de pulsaciones y ritmo cardiaco, ver la cantidad de azúcar en la sangre, programar la próxima medicación y enviar una alerta a tu medico si algo notas que no va bien. (¿Donde quedó el medico de cabecera?, ahora es de bolsillo).
En fin, el mundo en la palma de la mano, un mundo que se expande día a día y termina por hacer analfabeto a quien no es capaz de manejar este artilugio, quedando arrinconado en una sociedad que vive por y para la informática, donde hasta el coche no arranca si no le has insertado un Chip con un código (se terminó el manojo de llaves que pesaban en el bolsillo), el arrancarlo empujando cuando se terminaba la batería.
Quizá, no tardando mucho, al nacer se nos implante un Chip, será entonces cuando habremos terminado de ser seres humanos y nazca una generación de autómatas teledirigidos, de momento y a pesar de todo, como decía ayer nos queda la libertad para elegir nuestro destino, para seguir siendo una especie con capacidad de decidir nuestro futuro y equivocarnos cuantas veces sea necesario, aun y a pesar de seguir utilizando el móvil, para casi todo…
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