Calles mojadas por la fina lluvia, hojas que el viento hace bailar sobre el pavimento, frío en el rostro y esa sensación de poca luz en el día. Nuevamente esta aquí el Otoño cargado de nostalgias y rutinas.
Madrugadas sin sol y tardes de paseo gris, pues es ya difícil quedarse sentado en una terraza viendo el bullicio de las gentes que ahora aceleran el paso tratando de cobijarse del agua que el cielo pardo nos trae en esta estación.
Tras los ventanales contemplo la lluvia rebotando sobre el asfalto y siento que la melancolía se apodera de mi mientras la luz mortecina de las farolas juega a hacer guiños con reflejos dorados sobre las aceras mojadas. Árboles mecidos por el viento interpretan una extraña danza al son de la melodía de hojas que silban y caen, con el aire húmedo de la tarde. Ventanas iluminadas y tras los visillos se intuye una vida que se recluye huyendo del mal tiempo.
A lo lejos, entre las cortinas de agua, las siluetas de las Catedrales y los tejados que brillan humedecidos por ese aguacero constante que no cesa.
Otoño nuevamente y de nuevo, paraguas abiertos dando cobijo a quien sin miedo se atreve a caminar por las calles a pesar del agua y el frío.
Luces de coches que iluminan tenuemente las vías y compiten con los rótulos de los establecimientos, veladores vacíos a la puerta del café mientras los toldos juegan con el viento y sirven de cobijo provisional al caminante.
Otoño cargado de recuerdos y promesa de un nuevo año que ya se acerca a pasos de gigante. Nuevamente el tiempo parece correr y en su loca carrera las estaciones pasan una tras otra con implacable devenir acercándonos al destino de un viaje incierto en el que conocemos el camino, pero no el final de este.
¿Nostalgia?...otra vez esa tristeza que no se te nota en él trabajo diario y guardas para este blog.
ResponderEliminarLobezno