Han comenzado las clases, los estudiantes se van incorporando a las aulas y de nuevo el bullicio estudiantil, lleno las calles de mi ciudad. Carteras y mochilas al hombro les acompañan cada día y nuevamente se enfrentan a las enseñanzas de sus profesores que en esta ocasión, parecen menos animados que otros años, por lo cambios continuos que estamos sufriendo todos y la incertidumbre de un futuro que sigue sin verse claro.
Pero ahí están, tratando de forjarse en el conocimiento y la cultura como hicimos nosotros antes, en aulas muy diferentes, pero que dejaron siempre huella en nuestra memoria. Pupitres de madera, en los que el escritorio servia de tapa a un cajón en el que guardar libros y útiles de estudio. Un hueco para el tintero y quizá mil notas sobre la madera que dejaban la impronta de nuestros antecesores con sus firmas y pensamientos, dejados posiblemente, en momentos de aburrimiento ante las explicaciones de algún profesor. Un gran mapa mundi, irreconocible hoy, con países que ya no existen, otro, de una España en la que unos dibujos sobre su superficie indicaban donde estaban las industrias del acero, las zonas agrícolas y ganaderas, los embalses que aquél régimen inauguraba a golpe de bombo y platillo, quizá un crucifijo, la foto de Franco o de Primo de Ribera, nos contemplaban estáticos desde aquellos patéticos retratos siempre presentes en todas las aulas.
Por supuesto, no había colegios mixtos, se nos separaba de la mujer, quizá pensando que podrían distraernos o causarnos malos pensamientos y a ellas, por considerarnos unos brutos incorregibles con los que había que tener cuidado, aleccionándolas que siempre estábamos cavilando en lo mismo…
Hoy da risa (si no pena) recordar que se pensara de aquella manera, hoy, alguien ha vuelto a plantear aquella separación de sexos en los colegios, (me temo, y ya puestos, que deberían incluir un tercer tipo de colegio para los homosexuales, pero esto no lo tienen previsto). ¡Separar de nuevo!...discriminar, crear nuevas barreras entre seres humanos, romper la igualdad, sea como sea. ¿A quien demonios se le ha ocurrido esta burrada?, ¡Mas cambios!, miedo me da pensar en lo que nos espera, luego vendrá (ya se hace de forma sibilina recortando ayudas) desechar al que crean deficiente, disminuido, tarado, incapacitado, quizá distinto… ¡Que no me cuenten milongas sobre la integración!, se arrinconara a quien por la edad no pueda seguir el ritmo de los tiempos y acabaremos volviendo a las ideas fascistas de una Alemania, que aunque perdió una guerra hoy es quien manda y dirige las políticas económicas.
Menos mal que aún hay quien levanta la voz y no estamos sometidos a aquel régimen, que te enviaba a picar piedra en las canteras del Valle de los Caídos, por tener ideas contrarias al mismo, ni estamos en la tiranía Bolchevique de una Rusia ya extinta donde los Gulags se llenaron de disidentes. ¡Aún nos queda el derecho al pataleo, sin miedo a sufrir las consecuencias! ¡NOS QUEDA LA LIBERTAD!...
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