viernes, 15 de marzo de 2013

Aquel éxodo anual...


6,30 de la mañana. Madrugar no era mas que una manera de comenzar un largo viaje, unas vacaciones siempre esperadas y deseadas con las que soñábamos durante todo el año.
Mi madre, previsora, ya había ordenado todos los equipajes y nos tenia preparado un desayuno para coger fuerzas ante el camino que nos aguardaba.
Mientras, mi padre iba bajando y colocando maletas, bultos y paquetes en el viejo 600 que esperaba a la puerta... sobre la baca, una bicicleta, maletas bolsas, cubiertas con un plástico, le daban un aspecto de destartalado carruaje en tiempos de mudanza que luego mas tarde veríamos copiados por los Magrebies que bajaban de Alemania a su Africa natal.
700 kilómetros nos separaban de nuestro destino en Asturias y muchas veces me he preguntado ¿cómo fuimos capaces de hacer aquellos viajes con ese pequeño y rudimentario vehículo?.
Las etapas estaban marcadas, una hora y media hasta Zamora, cruzando su puente de hierro y por el centro de la ciudad. El olor a galletas recién horneadas, (al entrar en Zamora, había una fábrica de Reglero nada mas pasar el puente), ya marcaba nuestro primer hito en el camino. Otra hora y media hasta Benavente cruzando por Roales, Montamarta (donde siempre comentábamos al paso, el estado del embalse que desde la carretera se veía), Granja de Morerulea, Santovenia, Barcial del Barco... para terminar en Benavente en el "Hostal Martín", que había a la entrada frente a una fabrica de aceitunas y hoy convertido en residencia de ancianos.
Esta era nuestra primera parada en la que un nuevo desayuno con tostadas y magdalenas nos es estaba esperando cada año en un rito imperturbable que nunca se perdía.
Luego, continuábamos nuestro periplo camino de León, pasando por Villamañan y dejando Valencia de Don Juan a nuestra derecha...León nos recibía a su entrada con aquellas grandes fabricas de antibióticos que siempre nos sorprendían con el humo de las grandes chimeneas y el movimiento fabril y febril de las gentes que en ellas se entregaban a su labor diaria.
Había que cruzar por el centro de León, camino de Pajares y nuestro 600 ya pedía un descanso. Recalentado, por la carga y el largo camino, había que parar para reponer agua en su radiador (siempre con el motor en marcha, según decía mi padre para evitar que se rajara el bloque del motor). Una gran fuente con forma de Tinaja, en un paraje a la salida de León, era el lugar elegido, unos bancos de piedra que la rodeaban, servían de escondite en nuestros juegos mientras mi padre le dedicaba unos momentos a nuestra cabalgadura y nosotros admirábamos a lo lejos las primeras montañas que tendríamos que cruzar hasta tierras asturianas. El corazón se nos aceleraba ante la cercanía de aquella tierra querida, soñada y añorada durante el largo invierno y en la que tres meses al año abría sus brazos para acogernos en unas vacaciones que quedaron grabadas en nuestra memoria.
Pajares, era la prueba de fuego para nuestro transporte, que siempre fue superada sorprendentemente a pesar de la carga y los kilómetros andados. Parada obligada en el Parador Nacional, nuevo café y estirón de piernas sintiendo la alegría en el alma mientras nuestra vista se recreaba en la montaña, los verdes prados y el aire limpio que llenaba nuestros pulmones. Cerca se encontraba ya nuestra primera meta final y descanso del primer día de viaje. Turón, la casa de mis tíos Sabino y Amor, nos esperaba con el cariño de esa familia que siempre nos recibía con los brazos abiertos y la alegría de volver a estar todos juntos aunque solo fuera por una horas.
Después de la comida un nuevo inicio  del camino hasta las orillas del mar, donde las grandes olas del Cantábrico y sus frías aguas nos esperaban. El viejo caserón de aquella Isla de remanso y tranquilidad abría cada año sus puertas para acogernos en aquellos tres meses del verano, en los que uno siempre tenia la sensación de que nunca tendrían fin.
Viejo 600 hoy recordado al encontrar entre mis fotos esta en la que tres hermanos y mi prima María Jesús, posábamos con él a la puerta de la casa de mis tíos en Turón...¡Cuantos años y parece que fue ayer...

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