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Pues eso…luchar contra imposibles es como pelear contra molinos, uno tiene la sensación de que en esta vida hay mas imposibles que posibles, la mancha de grasa siempre termina en la corbata (y si no que se lo pregunten a mi compañero Víctor que siempre se condecora en las comidas), Continuamente tropezamos en la misma baldosa suelta o en la placa conmemorativa que alguien colocó en el suelo...Hace años visitando el barco del Almirante Nelson, tuve la mala fortuna de tropezar con una de estas placas que decía…” Aquí cayó el Almirante Nelson”…y la verdad es que no me extraño… yo también tropecé en la misma placa, pero nadie añadió mi nombre.
Acostumbrarse a los imponderables, puede ser difícil, pero no imposible, todos sabemos que si estrenas una chaqueta de ante…lloverá o el pájaro de turno hará sus necesidades con puntería inusitada, que si en las rebajas esperas al día siguiente el producto estará ya agotado, no tienen tu talla o tienes que pelearte con la “gorda de turno” que siempre acaba llevándose el gato al agua.
Así pues y visto lo anterior he decidido asumir que…hay que tener paciencia con los monótonos ascensores, que es mejor mancharse la corbata que la camisa, que los segundos que tardas en abrir el envase de los medicamentos son segundos que ganas de vida, que los tropezones no solo te los pegas tu, si no que también se los da gente tan importante como un Almirante y que siempre habrá alguien que te recuerde que la consumición no está pagada
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